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Tentación

Una oración en la tempestad

Hay momentos en que siento que no puedo más. Un gran pié me aplasta, y no me deja mover. Una sombra negra me inmoviliza en el suelo de la desesperación. Cualquier momento es ideal, cualquier situación parece ser un motivo para regresar a la esclavitud. No voy a poder, no puedo resistir. El deseo es muy fuerte y yo soy muy débil. La obsesión invade mi alma, y mi mente no puede razonar ni pensar otra cosa. Quiero consumir, quiero emborracharme, quiero perderme. Quisiera ocultarme de la vida, huir de las responsabilidades y vivir en ese paraíso de consumo y toxicidad. Regresar a aquella vida triste y oscura, anestesiarme y doparme con el deseo, y volver a ser esclavo.

Pero hoy estoy aquí, de pié, intentando crecer, dejando de ser un niño, y viviendo mis responsabilidades. Alejando la envidia, el orgullo y la lujuria. Sustancias tóxicas de mi vida. El resentimiento en mi alma me intoxica y no me deja progresar. Debo perdonar y pedir perdón. Debo vivir y dejar vivir. Debo concentrarme en mí y dejar de juzgar a los demás. Dejar de comparar mi vida con la de aquellos que parecen ser más afortunados. Porque nadie es más afortunado que otros. Dios nos ama por igual y nos ha puesto en diferentes situaciones, pero con virtudes y defectos particulares. Por eso es que todos somos diferentes en capacidad, pero iguales en amor.

No estoy estable, y eso es peligroso para mí. Soy un borracho seco, como solía decirme mi padrino del programa de doce pasos que cambió mi vida. Sin embargo, aún no pierdo la mira, me aferro a Dios, de un hilo tan débil que puede romperse en cualquier momento, pero aún aferrado. Sólo quiero dar lo mejor de mí, intento aferrarme a todas las herramientas que la vida me da. Deseo vivir sólo por hoy, quiero vivir estas 24 horas libres de lujuria, de resentimiento, de odio, de rencor, de envidia, de soberbia, de orgullo, de celos, de maldad. Quiero vivir 24 horas en compañía de Dios, redescubriéndome a aquel YO que no conocí, nutriéndome de mí y para mí, porque soy libre y porque puedo hacerlo.

Dios mío, sólo tú conoces mi obsesión, sólo tú sabes cuán desesperado me encuentro, y cuántas tentaciones tengo en este momento. Siento que puedo caer en cualquier momento, estoy tan susceptible, y sólo tú puedes ayudarme. La ansiedad invade mi cuerpo, y el deseo me llena del todo. Mi corazón está inquieto, pero no quiero salirme del camino. Me aferro a ti, Dios, padre mío. Sólo tú puedes ayudarme. No me dejes sólo. Apaga este fuego que quiere consumir mi buena voluntad. Enciende mi amor a ti, enciende las virtudes de mi alma. Déjame amarte un poco, como tú me amas. Señor, no soy malo. Soy un pobre en este mundo, soy un débil humano. Ayúdame. Te lo suplico.

30 de Junio de 2017

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