Desplegaste aquella tarde de abril
Un abanico de fragancias...
y toda la ternura que se desprende de tus noches de luna
tus alas se abrieron
para volar con los ojos cerrados
quebrando el viento y más...
Llueve en silencio sobre el mar
Como aguacero interminable,
y el mar regando mis penas se deshace.
Resbalando la sal sobre tu cabellera de libido
despeinándo todo este dolor de siglos
y del ensueño a la hoguera
de los fantasmas del pasado...
como aguacero interminable
para aplacar esta conciencia que no cesa.
Al despertar, ese olor de la hojarasca,
en ese aspirar desierto y solitario
vaga la soledad con su candil encendido
Corriendo hacia su destino ...La Nada
Doris Melo Mendoza.
En: Rapsodia demorada en el tiempo...