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El juego de la muerte

Tu mano dura, rígida, apretando...
Apretando, apretando hasta exprimir
la sangre gota a gota...
Tu mano, garra helada, garfio lento
que se hunde... Tu mano.
¿Ya?...
 
La sangre...
No he gritado. No lloré apenas.
Acabemos pronto ahora: ¿ves?,
estoy quieta y cansada.
De una vez acabemos este juego
horrible de tu mano deslizándose
—¡todavía!...—suave y fría por mi espalda.
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