Para que tú no veas las rosas que haces crecer, cubro mi cuerpo de cenizas... De ceniza parezco toda, yerta y gris a la distancia; pero, aun así, cuando pasas cerca, tiemblo de que me delate el jardín, la sofocada fragancia.
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Yo dejo mi palabra en el aire, sin… Porque ella no es un arca de codic… coqueta que trata de parecer más h… Yo dejo mi palabra en el aire, par… la estrujen o la expriman.
Como una guerra civil, como una rebelión sordamente contenida, el dolor ha estallado en alguna parte de mi tiempo sin darme tiempo a huir, cogida por sorpresa entre su furia. Se presen...
Esta muchacha esta pintada en un papel de arroz que es transp… a la luz; ella vuela en su papel al aire... Vuela con las hojas sec… y con los suspires perdidos.
¿No hay quién le diga al pomo vací…
El viajero ha saltado ágilmente a su caballo, pronto a partir. El camino se extiende recto y empolvado hasta el horizonte: y mientras pruebo la resistencia de los arneses y el buen amar...
Salí de ti hacia la madrugada. Se… Salí de ti. El cielo era tan gran…
Para mí, Señor, no es necesario e… Y lo único que realmente necesito…
Mi sangre es como un río que me trae paisajes reflejados y borrados, paisajes de otras riberas que nunca vi. Es como un río largo y misterioso que yo me siento correr por dentro, y cuyo...
Espejo de pacíficos y atlánticos pequeño mar dormido entre cristale… un palpitar de peces marca el ritm… de tu respiración... Burbujas de a… suben de las raíces de tu sueño,
Te digo que sigas tu camino sin el temor de perderme. Te digo que has de encontrarme cuando vuelvas, aunque tardes mil años. Pues que eres débil y te empuja la vida, ve donde te lleve. ...
Tu mano dura, rígida, apretando... Apretando, apretando hasta exprimi… la sangre gota a gota... Tu mano, garra helada, garfio lent… que se hunde... Tu mano.
Pasaste por mi corazón como el tem…
La mujer que tiene su amor en el m… es como más fina o más irreal: Va sobre la tierra y parece que va sobre el agua.—Un agua que no se v… La mujer que ama un amor de mar
En cada grano de arena hay un derr…
¿En la vara de Moisés, el de la cabeza flamígera, o en aquella humilde, reseca piedra del desierto? ¿O estaba, desde antes, en la enfebrecida sed, capaz de fecundar arroyos en cada pied...