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Poemas sin nombre: XLIII

Tuve por tanto tiempo que alimentar la soledad con mi sangre, que tengo miedo ahora de encontrarme sin sangre entre tus brazos... O de encontrarte a ti menos en ellos que lo que te encontraba en mi ardorosa y viva soledad.

De tal modo te he fundido en ella y yo contigo, de tal modo le he ido traspasando anhelos, sueños gestos y señales, que tal vez nuestro encuentro sólo sea el de dos nubes en el cielo o dos desconocidos en la tierra.

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