Edmundo Kazall

Una culpa nada ajena.

Tienes derecho a guardar silencio
y a mecer tú angustia en tan prolongadas horas.
Pero mírame al menos.
Seré yo quien dictará sentencia justa
y ante tu delictiva inocencia,
No más, que la perpetuidad de un verso,
vivirás prisionera en mi memoria.
 
Entiendo las voces de tu miedo,
que te valen más para librarte de culpa.
Pero te pido, que no traiciones tus pensamientos
y mientras soportas esta situación,
Que más mi suerte mereciera, que la tuya,
no reniegues de los besos que tanta dicha te dieron,
aunque sea por ellos que te juzgan.
 
Dejemos simplemente que comience este absurdo juicio,
Sin esperar mucho. La verdad es que te culpan
y pesan contra ti sus argumentos destructivos.
 
Pero no temas
y mírame al menos.
Seré yo quien dictará sentencia justa
y a disgusto de tus opresores,
no verán en mí, debilidad alguna,
mientras mitigo tu angustia con mis razones.
 
Y podrás entonces, erguida,
lanzar sin temor tu queja
y con escueta gallardía
librar del yugo a tu conciencia,
que por ahí le he visto arrepentida
por llamarle a la noche, traicionera,
cuando es ella quien vigilaba nuestra entrega
y acalló mi cobardía
para declararme amante y no juez
de una culpa nada ajena.

Liked or faved by...
Other works by Edmundo Kazall...



Top