Y una vez más me encuentro refugiado entre los cálidos versos que mis demonios me dictan, el bolígrafo comienza a danzar sobre las hojas de papel como un suave vals para uno, mientras que el soliloquio que sale de mis labios es esa melodía que hace brotar letras que poco a poco se transforman en poesía.
Pues entre renglones deje la esencia de mi alma, un testimonio de lo que fui, de lo que sentí por ti y cuando el gélido tacto de la muerte rose mi sien no habrá mas que decir, me iré sin palabras para ti, pues todas estarán escritas con la tinta de mi sangre.