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Sé Que Queda Poco

Para Emérita, ojalá me durases una eternidad.

Hoy, bajo la sombra de la acacia y protegiendome del imponente Rá,
sé que queda poco.
 
Tal vez (ojalá) años
pero sé que poco queda,
lo sé,
pues esta vida
es tan sólo un suspiro para la eternidad
 
Eternidad
(que no en vano)
quisiera que me durases,
cuál vampiro ve pasar las horas
como años
pues sempiterno es el tiempo
que deberían durar las madres.
 
Madre que no pare, sino que cría.
Madre que no da el pecho,
pero si el corazón.
 
Tú,
que me criaste con manos temblorosas,
con ternura inimaginable
alimentándome con sonrisas,
dándome un amor inconmensurable,
alentándome con coraje.
 
Tú que rezabas mi partida,
encomendándote a los ángeles,
tú que esperabas al caer la noche
ver mi sombra en lo alto del camino
entre parrales ténebres y funestos.
 
Tú que agarrabas mi mano
y me abrazabas con fuerza
para protegerme de mis monstruos
nocturnos imaginados
en las noches de tormenta.
 
Años a veces perdidos.
A veces rescatados.
Pero siempre a mi lado,
como cuando era un niño llorando
entre tus arrugados brazos
 
¡Oh Emérita cuanto me harás falta
el día que te vayas!
Eso es lo que siempre me dices,
pero yo sé que queda poco
(lo sé)
Para que jamás sanen las cicatrices.
 
Fuimos un momento en la inmensidad.
Fuimos un instante en la eternidad.
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