Los árboles, las flores, el olivo,
se ponen a gritar una maleza
sin erratas, anónima belleza
que aduce este paisaje productivo.
Mas trae el jardinero, un destructivo
rugir de podadoras, una pieza
de perfección moldeada en la cabeza
y se arroga un proceso correctivo.
Los arbustos se yerguen animales,
figuras, geometría, matorrales
que improvisan a fuerzas el milagro.
Para, ya jardinero, tu locura.
Que deje de sufrir tu dictadura
la verde autogestión, gloria del prado.