Me las regalaste, blancas y rojas,
me las regalaste, esperadas y no.
Me las regalaste porque me gustaban,
me las regalaste cuando ya no.
Una tarjeta condecoraba el regalo,
en ella expresabas tu amor.
Tus sentimientos a mí llegaron
como una delicada flor.
Tus palabras susurraban canciones,
una que nunca había escuchado yo.
La última canción iba acompañada
De crisantemos y claveles con olor
La lluvia las riega saladas,
esas flores destinadas al interior.
Me las arrojaste cuando ya no,
me las regalaron todos;
con eso aumentó mi dolor.
Y no pude sentir la lluvia salada,
y no pude sentir el olor,
ni ver esas flores hermosas
que adornaban el cajón.