A Ernesto Halffter.
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Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces antiguas que cercan voz de clavel varonil. Les clavó sobre las botas
En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas,
Sobre el cielo verde, un lucero verde, ¿qué ha de hacer, amor, ¡ay!... sino perderse? Las torres fundidas
El corazón, Que tenía en la escuela Donde estuvo pintada La cartilla primera, ¿Está en ti,
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
En la mañana verde, quería ser corazón. Corazón. Y en la tarde madura quería ser ruiseñor.
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer,
Las alegres fiebres huyeron a las… y el judío empujó la verja con el… de la lechuga. Los niños de Cristo dormían, y el agua era una paloma,
Tu voz regó la duna de mi pecho en la dulce cabina de madera. Por el sur de mis pies fue primave… y al norte de mi frente flor de he… Pino de luz por el espacio estrech…
El canto quiere ser luz. En lo oscuro el canto tiene hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo,
Me miré en tus ojos pensando en tu alma. Adelfa blanca. Me miré en tus ojos pensando en tu boca.
El remanso del aire bajo la rama del eco. El remanso del agua bajo fronda de luceros. El remanso de tu boca
Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,