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No sé si con palabras

No sé si con palabras, pero sé que está escrito.

Este mundo que tengo tan nuevo entre las manos,
viene desde la hondura nebulosa del tiempo. Ayer tú eras.
Y eras también mañana. No sé cómo explicarlo.
Pero el futuro ayer da de pronto a tus ojos
algo tan conocido, algo tan conocido,
que voy sabiendo lenta, lento, muy lentamente,
que mi ceniza estuvo donde durmió la tuya
y que jugaron juntas el mismo amargo juego.
 
No sé si con palabras, pero tampoco supe
nunca de qué color tiene la luna el pelo.
 
¿De dónde surge ahora, si sabes, el paisaje,
que me pone las manos débiles como ramas,
como ramas dobladas en el viento?
No sé si con palabras. Pero sé que está escrito
allí donde te apoyas, allí donde te duermes en el viento.
 
Hay un barco que llega donde boga tu pecho.
Hay una luz quebrada de cristales cada vez que me quejo.
Hay algo más, hay algo más, hay un surco de fuego
que me dice vibrante en tu frente de almendro,
dónde puse otra vez mi firma de silencio.
 
No sé si con palabras. No sé. Cuesta trabajo
mantener en su sitio lo que a fuerza de muertes
ya no tiene remedio.
 
Pero me es conocido ese coral. La luna y el velero
me son desde otro tiempo residentes del pecho.
No sé cómo explicarlo. No sé.
 
Pero tú que ahora estás, ya estabas otra noche,
otra noche distante, entre los brezos.
Todo tiene la helada profundidad lejana
de una niña entrevista, caminando, dormida, en un espejo.
 
Hay un lago también, que vuelve y vuelve, también,
bajo tu pecho. No sé. No reconozco, no puedo, su reflejo,
pero si alzas los párpados, estás,
estás si vuelan, repitiéndose, en el aire, tus dedos.
 
¿De dónde esta fatiga? ¿Por qué tan prisioneros
nadie sabe de quién, esos que no se pueden llamar,
siquiera, apenas, casi, recuerdos de recuerdos?
 
Este mundo que tengo tan nuevo entre las manos,
viene desde la hondura nebulosa del tiempo. Ayer tú eras,
Y eras también mañana. No sé cómo explicarlo.
Tal  vez pueda decirte solamente esta noche
que el zumo de otras noches es su mismo silencio,
que cinco muertes antes tu mano ahondó en mi pecho,
que cinco muertes antes me dijiste gimiendo
lo que gimes ahora, repitiendo, gimiendo.
Tal vez pueda tan sólo decirte en esta noche
en que glacial, extraño, cálido, bien amado,
un aire fatigado gira junto a mi cuello,
tal vez pueda decirte tan sólo, no sé con qué palabras,
no sé cómo, sin poder explicarlo,
que eres la misma, que eres,
no sé, pero recuerdo.

(1935)

#EscritoresCubanos #EscritoresHabaneros (De: 1935-1940) Corcel de fuego,

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