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Osé y temí, mas pudo la osadía

Osé y temí, mas pudo la osadía
tanto que desprecié el temor cobarde;
subí a do el fuego más me enciende y arde
cuanto más la esperanza se desvía.
 
Gasté en error la edad florida mía,
ahora veo el daño, pero tarde,
que ya mal puede ser que el seso guarde
a quien se entrega ciego a su porfía.
 
Tal vez prüebo —mas, ¿qué me vale?—alzarme
del grave peso que mi cuello oprime,
aunque falta a la poca fuerza el hecho.
 
Sigo al fin mi furor, porque mudarme
no es honra ya, ni justo que se estime
tan mal de quien tan bien rindió su pecho.
Preferido o celebrado por...
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