No va a quedarme nada, si hay algo que ha existido,
tan solo la esperanza, vacía, de que el olvido,
no llegue a olvidarme demasiado.
No va a quedarme nada, ni siquiera,
lo que he ido recogiendo en mi memoria,
a través de los años de inquietud y sosiego.
No va a quedarme nada de lo que he conocido,
ni canciones, ni fechas, ni los besos
que fueron repartiendo, las muchachas
que entonces me quisieron.
No va a quedarme nada.
Cuando llegue el momento,
me tendré que marchar con mi arrogancia,
con mi tímido orgullo y mis desvelos,
con mi sueño infantil de volar la cometa,
que ahora ya veo tan lejos.
No hay retorno posible, ni habrá un nuevo comienzo,
se acabarán las tardes de reposo en el campo,
no arrancaré mas fruta de aquel árbol
ni el agua plateada me colgará del pelo.
No correrán mis manos de nuevo por sus muslos
ni buscaran su vello y su lunar oculto.
Ya nunca mas, ya nunca, sentiré como siento.
No va a quedarme nada; ni tan solo un secreto.
“Todo ese pobre esfuerzo que a veces tomo en serio
se extinguirá y el cielo brillará inalterado”*