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Cuatro poemas – danza – filosofìa

AVANCES

I
El fraseo corporal comienza aquí y del silencio.
Avanzo dos pasos, comenzando por el izquierdo.
La cadera entonces se me atrasa. Se inclina la cabeza.
Lo comenzado se toma el poder. Lo sigo.
Y me doy al continuar
siempre todas las cosas un poco activas y un poco pasivas.
Suena el cuerpo ahora que asì hace ciertas músicas.
De los codos a las corcheas y las rodillas con cabezas
No al modo de sonoridades interpretándose con los cuerpos
Cejas altas, largos brazos que ahora ponen otros silencios.
Voy frase por frase.
Haciendo sonreír un pentagrama.
De movimientos a lenguajes, carnosos
Y en medio de todo esto, que ya es mucho,
parece que comienzo a hablar.
Los pasos me cuentan y canto.
Dándome unas vueltas, de aquí para allá.
Lo que gira en este mundo. Ella me hace un tercer silencio.
Entonces parece que las piernas, el sonido y la boca
se encuentran y se separan y se encuentran.
Todo lo que hace el aire.
Y voy parecido a feliz.
Olvidado del poema.
 
II
puños cerrados que suben que bajan
y     se     abren
a media lentitud, para comenzar a girar
frente a un estómago concreto y sobre el horizonte de un
cierto crepúsculo marino
pasa una mano conducida por sus alas que son
dos músculos pensativos
y cantan subiendo y bajando y       se van se van
hacia el fondo y hacia el mar
hasta las estrellas también azules marinas de pies a cabeza
y de la arena hasta el viento arremolinado entre las alas
que son los brazos duros que son precisamente esas manos
y sus dedos cruzados hasta unas uñas abstraídas ya del cuerpo
devueltas arañando el ombligo y entrando por aquí
aleteando sale y vuelve a empujar
se trata todo de una verdad
 
III
dormido muy profundamente /
abajo, con los pies en la tierra /
hacia arriba la cabellera, flamea como bandera /
hacia abajo, hasta arriba /
arriba hundiendo hasta abajo /
repitiendo, una y otra vez /
otra vez. Así, una y otra vez /
suben los pies baja la cabeza /
la cabeza cada vez más arriba /
los pies más abajo cada vez /
la campana suena /
arriba en el cielo, abajo en la tierra /
la campana en el centro de mi cabeza /
suena, duerme, suena
eso es...
 
IV (VIII)
 
En las ideas él parece de un modo infinito
Piensa en libertad: y parece que ve lo ilimitado mismo de las posibilidades
Instalado en el origen del poder de dar o quitar
sentido a los mundos como ordenando o desordenando
Y de pie comprende
Movimiento imbatible de una voluntad de separarse de la Naturaleza
Abstraído en lo universal de una regla nueva que inventa
Y se sienta haciendo un sí claro
Cree ahora que sólo allá en la muerte puede terminar
inmovilizado
Sin embargo, él podría continuar
Inmortal en el recuerdo de sus amigos y de su pueblo
O eterno en un alma devenida absolutamente espiritual
Y recuerda ese cuerpo duro ya convencional de un pensador
con una cabeza y un codo de Rodin
Gesto de muñeca instalada bajo la quijada, quebrada hacia adentro
Casi sufriendo el peso de un gran pensamiento
Ese cuerpo desnudo de músculos visibles reconcentrados
De una cierta manera obvia entero y finito
 
En ese cuerpo suyo el infinito consiste
en la extensión de un horizonte creado por sus brazos completamente abiertos
Un infinito que solamente sale de las uñas que rajan el aire
Entonces ve la libertad: y cierra sus ojos. Dos, tres veces
Detiene la respiración y podría morirse si así lo quisiera
Y tiene en una boca una pregunta para la muerte
Pero su cuerpo está sano. Vertical al costado de un álamo
Recibiendo ruidos y sonidos por sus orejas siempre abiertas
que en eso parecen no libres
Escucha igual al condenado del estar en esta Naturaleza
entre estas cosas calientes y frías
que no son precisamente ni el infierno ni el cielo
Pero sabe distinguir. Y el sonido le dice siempre algo
Que se trata de una voz. Que es ruido de una vibración eléctrica
De lo general señala como todas las vacas tienen cuatro patas
Y ríe
Que concepto son ocho marcas sobre este soporte
piensa. Mucho piensa
Va caminando los pensamientos alrededor de un patio
Mirando fijo al sol abstrayéndose de la herida autoinferida
Busca un bronce donde también fijar esa idea
y ve rocas de cobre y montañas de hierro que lo llaman
Mira a todos lados sin poder decidirse
Pues pensar podría construirse con todas esas cosas
Y nada pesa
Salvo esos cansancios que vienen después de tantas líneas
Tú y yo leyendo. Inclinados.
 
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