Mascara de la noche, velo secreto que oculta mi rostro. Inocente, inasible e inocuo. ¡Oh!, déjame ver tu esplendor. Libera en mi el deseo y la impacie…
Me he cegado, me he cegado a mí mismo para ver la verdad tal cual es: oscura.
Hay una libertad inmensurable hay un tiempo no perdido dónde tus ojos no veían su sombra pero el tiempo te entrego a él hay delicadeza en tu cabello
Hay en mi calor o en mi color un no sé que que se ha ido. Es para los olvidados
Mi yo individual ha muerto ¿Quién soy yo, sino tú? Yo soy el todo y la nada Soy el nulo El improbable
Recorre el cielo oscuro, la noche más larga. Las estrellas al noroeste no las vuelvo a ver. La luna, detrás de la montaña,
Y ahora renuncio a la posesión de mí mismo. Ya no soy yo, si no otro. Me transfiguro en la nada,
Sobre el cielo oscuro a las tres de la mañana. Sobre tu cuerpo desnudo que la brisa emanaba. La otra noche fue un triunfo.
Vuela cariño, haz que de tu cuerpo broten alas, elévate sobre esta tierra árida, mira hacia abajo,
Mente eterna, infinita e ilimitada ha creado toda la naturaleza no a su imagen y semejanza ¡mejor!, a su conciencia. Con fe, fuerza y grandeza
El poeta es una espada degollador de mentiras que a la naturaleza ama y que por una flor lloraría
He visto emerger demonios de oscuros bosques y lechos. He visto renacer de la oscuridad lagos de fuego. He visto a los hombres
Y ahora me besas, el río me toca, cae desde mi cuello, es tu boca. Tu cabello se enreda,
Un pájaro tímido entra por mi vent… sin querer queriendo, extiendo mis alas pero volar no puedo. La luna se burla de mí
Sufro porque te amo sufro a ratos: cortos largos... El amor lo sufro