Te vi salir esta mañana
sin mirarme.
El café estaba frío
y el azúcar se había disuelto
sin que nadie lo tocara.
Había algo en tu paso,
algo en el giro de tu cabeza
que me dijo,
sin palabras,
que ya no importaba.
Y yo, aquí,
sentado en esta silla
que ocupa tu ausencia,
entendí que el amor
no siempre es lo que pensamos.
A veces es solo la forma
en que la vida se nos escapa
sin que nos demos cuenta.