No recuerdo si fui yo quien se fue
o si fue la vida la que cerró la puerta.
Solo sé que hay cenizas en el café
y una canción que me suena a respuesta.
Hay días que se arrastran como perros
buscando dueño entre mis calcetines,
otros en los que todo parece eterno
menos el alma, que siempre camina en declive.
Fumo menos, bebo igual,
me quedo en los bares por miedo al espejo.
A veces creo que estoy empezando
y otras, que ya llegué lejos.
Hay cosas que no dije y ahora pesan,
como si las palabras tuviesen cuerpo.
Y tú, que eras mi voz en las tormentas,
ahora eres solo silencio envuelto.