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El último destello

Flotaba en unas lágrimas
el último gorrión de muchos nidos,
azucenas del jardín prohibido
sin rastro de su raíz bendita.
 
Isla eterna, lava incandescente,
ahora verde puro,
amarillo y codicia,
se han invertido los colores.
 
Érase una vez un padre
cuyo susurro provocaba tormentas,
me llevo al otro extremo,
donde pululan los miedos,
donde se refleja el verbo,
la comisura de la hiena,
el infravalorado desierto,
sus visiones de un averno halógeno,
sin lógica, en un denodano festín,
cabezas de hierro y ternura.
 
En el festón de una manga
se porta la marca embustera
de la rosa del viejo temple,
aventuras de damiselas,
héroes sin conexión
que arrastran corazones
en cajas de caudales,
se llevaron la verdad
para alzarnos como esclavos,
hijos de algún priorato
con los ojos perdidos.
 
Solo veo el polvo elevarse
con la tormenta de la herradura,
espoleando esperanzas a los andenes,
recorriendo cabezas atormentadas,
baños de sol en las alturas,
alas rotas en el mar,
cuencos que desvelan sirenas
que van a salir a cenar.
 
Frank BCN DRA

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