Francis Dolarhyde

Mundos microscópicos

Me llevo la textura de tu voz,
Que oscila entre el cristal y el terciopelo,
Me llevo el sabor de la inocencia,
De volver a ser un niño, por un tiempo.
Y tantas otras cosas que no digo,
Por no tener las palabras que preciso.
Y solamente los dioses que te observan,
Sabrían cercanamente transmitirlo.
En noches como ésta te pensaba,
No hay diferencia, si ya no estás conmigo.
Y le robábamos horas a la noche,
Como ahora yo le robo al olvido.
Me llevo los poemas imperfectos,
Que por torpes nunca vieron la luz.
Y éste mismo que estoy escribiendo,
Que es tan vacío como una bolsa al viento.
Y sin embargo, mientras el sol no muera,
Pequeños gestos podrán mover montañas,
Como el solo reflejo de mi nombre
Te hacía sonreír por la mañana.

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