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En el ombligo del conejo de maguey

a México

 
 
I
 
Perfumado con palabras de tu exégesis
 
Los dioses en ideas substanciosas
 
Dioses en muchos verbos
 
El Dios de la peste que te conquista
 
La lengua crucificada, el caníbal de la pedagogía
 
Entras a la secta de los fanáticos estúpidos
 
Perro dios enfermo decrépito
 
Arcaico occidental sincrético
 
Nutres a la flor con sangre y belleza
 
Deliras como el necio de los glifos soez
 
Difamas con los juicios de tu padre Núremberg
 
Jactancioso en el tiempo
 
Entierras tu boca en los sueños
 
Pérfida infancia que acaba en tus ojos ciegos
 
Callas con la presencia del viejo mundo
 
Tu voz se enmudece por un Ángel Caído
 
Tus ideas antiguas permanecen muertas
 
Tus nuevas ideas están en volúmenes sedientos
 
Ese verbo descompuesto en imágenes y muladar
 
Palideces contra al impacto de lo arbitrario
 
Cantas a la hermana mañana con furor
 
Vives en los sueños eternos sin agitarte
 
Tu voz palpita con la oscuridad solar
 
Levantas la frente como un héroe mutante
 
Caminas lento, hasta encontrar tu salida
 
Observas a los lejos una lluvia de constelaciones
 
Repites tu historia de la caverna
 
Ecléctico lunático del Templo Mayor
 
Tus ideas se convierten en la praxis de tu holocausto.
 
II
 
 
 
Nuestros ojos brillan al sentir el aire
 
El canto de los zanates alborota nuestro corazón
 
Cuando sepultaron los fonemas de nuestros padres
 
empezamos a creer en otros fantasmas
 
Creemos las incredulidades de los Credos de lo Credos
 
Mas la fe nos transforma en caníbales
 
Que nos atrapan con sus ojos bellos, fanáticos
 
Volvemos a activar la retórica en convulsiones
 
Repetimos las palabras ajenas, en algo propio
 
Nos adueñamos de las ruinas con vidas
 
Hacemos cosas que otros quieren que hagamos
 
Y vivimos lo que otros quieren que vivamos
 
No somos nunca un espectro independiente
 
Nuestro espíritu se somete a una métrica
 
Detrás de todas las mentiras, está una
 
atmósfera que contiene el Todo
 
Sólo ahí podemos vivir las cosas y los idiomas
 
Y fuera de ese marco no hay nada que lo suspenda
 
Su único sustento es el silogismo y la locura
 
Manteniendo su fe en un mito y un logos
 
Los satélites nos vigilan y nos corrigen
 
Un buscador nos enseña las arqueologías
 
Fuera de ese espacio, hay estrellas oscuras.

Francisco Hérem. Nació en octubre de 1991 y vive en Chiapas. Es-
tudió médico cirujano y psiquiatría, UJAT, Tabasco. Asistió a se-
minarios en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Obtuvo el
premio Von Ior 2020 en la editorial Valkiria eos con la novela El
hombre de los ojos hermosos. Ha cursado talleres en la Escuela de Es-
critores José Gorostiza. Ha publicado poesía en Universo de Letras
UNAM.

Facebook: Francisco Hérem Instagram: francisco_herem

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