La muerte lleva el mundo a su moli… Aspas de sol entre los nubarrones hacían el campo insólito, presagiaban el fin del mundo. Giraban margaritas
Acata la hermosura y ríndete, corazón duro. Acata la verdad y endurécete
¡Qué extraño es lo mismo! Descubrir lo mismo. Llegar a lo mismo. ¡Cielos de lo mismo! Perderse en lo mismo.
L a majestad de ser abre el vuelto… altiva luz del mundo, alta gloria… Abres, porque te place, el mediodí… ¡Infausta hora la que dejes olvida… Pues tú, Dios displicente, no est…
Una tarde con árboles, callada y encendida. Las cosas su silencio llevan como su esquila. Tienen sombra: la aceptan.
Desatar la canastilla. Subir globos llenos de besos. Ya va quedando el mundo atrás. El fondo de los ojos dá vértigo. Cogerse desesperadamente.
Navegar, navegar. Ir es encontrar. Todo ha nacido a ver. Todo está por llegar.
No soy el viento ni la vela sino el timón que vela. No soy el agua ni el timón sino el que canta esta canción. No soy la voz ni la garganta
Así surges del agua, clarísima, y tus largos cabellos son del mar… y los vientos te empujan, las olas… como el amanecer, por olas, serení…
Acudes a tus ojos porque acudes, los ojos de las noches estrelladas… Y su luz no es tu eco, no lo dudes… es otra luz que mueve tus miradas; desde la luna, arcón de los rosari…
La luz final hará ganado lo perdido. La luz que va guardando las ruinas del olvido. La luz con su rebaño
Me llega la secreta zozobra que en el aire deja ligeramente una hoja caída. La lucidez inerte
Qué bien barres mis sueños, cabeza de bruja, cabeza de escoba. ¿Andas arriba o abajo? Levantas polvo, levantas bronca. Buscas debajo de la cama
Hora extraña. No es el fin del mundo sino el atardecer. La realidad, torre de Pisa,
Háblame de las calles y de la nochería submarina, que mece allá abajo su cielo. Y el firmamento aquel