Pensamientos no tan intrusivos
Punto y final.
No he desaparecido
pero a veces pienso, ojalá.
Alomejor debería haberlo hecho.
¿Merece la pena ser aplastado contra el papel
por mi cuerpo empuñado por Dios
en esperanza de algún día crear
dos o tres buenos momentos?
Lo haga yo
o lo haga el destino,
difícilmente distinguibles por mis ojos de cachorrito,
todo acaba igual,
en polvo.
Polvo que acabará barrido por alguien,
que acabará apresado a manos del viento;
que acabará en un basurero,
al lado de una nota de amor
que fue igual de querida que todo a su alrededor
y acabará igual de olvidada en milenos
que el bonito matrimonio
que con deliberadas dosis de tinta
escribían lo mucho que se querían en secreto
y murieron deseando haber querido mejor.
Aún con tal ardiente pasión por vivir
acabarán igual que yo,
el desagradecido hereje de Dios.
Solo que yo habré decidido cuando poner fin.
Cuando empezar a ser uno
con esa olvidada carta de amor.
