El muelle es el escenario. Desde allí diviso el vario, brumario y extraordinario panorama. Los luceros se estremecen.

Regatas, blancas regatas de mi niñez novelera. Abordajes de piratas sobre la mar marinera. Diminuto espectador

Nunca me cansaría de mirarte, agua de oro, lámina de oro, ondeante pendòn con flecos de oro mojándose en el negro azul bahía. El Reina del Pacífico

Isla mártir, cautiva y soñadora de azules polinesias y reflejos, fondeada entre Helechas y Pontejo… a la materna sombra bienhechora, tumbada, de la reina: nadie mora

Arena que vas, arena que vuelves. Fiel a tu compás, jamás te disuelves. El aire te besa,

Nordeste azul, ¿de qué minas y goz… de sal, de sol, de qué hébridas o… acarreas tus risas, tus fablillas, tus repentes de luz, tus alborozos… Lámina azul sobre los verdes pozos…

La nave que dio a luz el horizonte pliega sus alas como quien cierra un libro Al ver a la fragata todas las chimeneas

No existe el aire ya. Las lejanía… están aquí al alcance de la mano. Evidente es el mundo y tan cercano… He aquí la densidad que apetecías. La luz se cierne en mineralogías