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Clavado en...

Clavado en el hierro
sublime de la herida,
erizando caminos
de la noche perdida,
urdiendo miserias
sublimadas
con ribetes de música
sin tino;
subiendo, bajando
el sempiterno y loco
tobogán de los años,
repitiendo el eco
montaraz de las entrañas,
auscultando los sueños
inmisericordes
del intelecto dormido;
sumidos en el lodo,
todo, extraña y fingida
miseria de antaño,
de las cortas y banales
palabras del hastío.
Sin ti, sin él,
Sin los verdaderos
utópicos amigos
de otros tiempos.
Sentado y pegado
a una misma rutina,
atado al carro
candente de la muerte,
esperando el final.

julio de 1980

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