En sueños repito la postrer mirada
sobre aquella sombra desaparecida.
Camino del huerto de las verdes ramas
vuelves la cabeza a través del aire,
capto la amargura de tus ojos tristes.
Siempre se repite la misma secuencia,
estatua de hielo fija en el sendero,
que todo lo abarca: tu amor y mis celos.
Congelado el tiempo del último adiós,
mis pasos retornan a un dulce pasado
de aromas y besos, caricias y risas
y aquella mirada: alegre, brillante,
sin la negra sombra que enturbia los cielos.
¿Qué amargos augurios cambiaron la esfera
que marca las horas del gozo y la ausencia?
Desde esta atalaya donde nada importa,
contemplo tu risa y también tus miedos,
las dulces secuencias de un amor intenso
del que solo queda el recuerdo helado
de aquella mirada que huyó con el viento.