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¡Qué pena!

¡Qué pena tan grande fue
el que a ti no te encontrara,
estando como yo estuve
tan cerquita de tu casa!
 
No quisiste abrir la puerta
cuando el viento me llevaba:
Esperabas otros ojos,
otros pasos esperabas.
 
Cuando volví la mirada,
tu ventana cerró el viento,
jugó el destino conmigo,
me regaló el desaliento.
 
Me alejé por la calleja
que lleva hasta el camposanto,
hinqué la rodilla en tierra,
en dura tierra, llorando.

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