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Día dos. El mar viejo

Varado en alta sierra, que el diluvio
Y el vagar de la huida terminaron.
 
Te ascendieron a cielo, mar, y a turbios
Y lentos nubarrones a tu oleaje.
Por tu plateada orilla de eucaliptos
Salta el pez volador llamado alondra,
Mas yo estoy en la noche de tu fondo
Desvelado en la cuenta de mis muertos:
 
El Lerma cenagoso, que enjugaba
La desesperación de los sauces;
El Rímac, sitibundo entre los médanos;
El helado diamante del Mackenzie
Y la esmeralda sin tallar del Guayas,
Todos en ti con mi memoria hundidos,
Mar jubilado cielo, mar varado.
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