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A la rigurosa acción con que san ignacio redujo un pecador

Ardiendo en aguas muertas llamas vivas

GLOSA

En tenebrosa noche, en mar airado
Al través diera un marinero ciego,
De dulce voz y de homicida ruego,
De sirena mortal lisonjeado,
 
Si el fervoroso celador cuidado
Del grande Ignacio no ofreciera luego
(Farol divino) su encendido fuego
A los cristales de un estanque helado.
 
Trueca las velas el bajel perdido
Y escollos juzga que en el mar se lavan
Las voces que en la arena oye lascivas;
 
Besa el puerto, altamente conducido
De las que, para Norte suyo, estaban
Ardiendo en aguas muertas llamas vivas.
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