#EscritoresEspañoles #Letrillas #Romances XLV
Era del año la estación florida En que el mentido robador de Euro… —Media luna las armas de su frente… Y el Sol todo los rayos de su pel… Luciente honor del cielo,
Al tronco Filis de un laurel sagr… Reclinada, el convexo de su cuello Lamía en ondas rubias el cabello, Lascivamente al aire encomendado. Las hojas del clavel, que había ju…
Ánsares de Menga al arroyo van: ellos visten nieve, él corre cristal. El arroyo espera
Prisión del nácar era articulado De mi firmeza un émulo luciente, Un dïamante, ingenïosamente En oro también él aprisionado. Clori, pues, que a su dedo apremïa…
Diez años vivió Belerma Con el corazón difunto Que le dejó en testamento Aquel francés boquirrubio. Contenta vivió con él,
Dulce arroyuelo de la nieve fría Bajaba mudamente desatado, Y del silencio que guardaba helado En labios de claveles se reía. Con sus floridos márgenes partía
Un buhonero ha empleado En higas hoy su caudal, Y aunque no son de cristal, Todas las ha despachado; Para mí le he demandado,
Deja el monte, garzón bello, no fí… Tus años dél, ni nuestras esperanz… Que murallas de red, bosques de la… Menosprecian los fieros jabalíes. En sangre a Adonis, si no fue en…
Éste, que en traje le admiráis tog… Claro, no a luces hoy de lisonjero Pincel, sino de claro caballero, Esplendor del Buendía que le ha d… Éste, ya de justicia, ya de estado…
Gracias os quiero dar sin cumplimi… Dulce fray Diego, por la dulce ca… Tal sea el ataúd de mi mortaja, Y de mis guerras tal el instrument… Consagrad, Musas, hoy vuestro tal…
Anacreonte español, no hay quien o… Que no diga con mucha cortesía, Que ya que vuestros pies son de el… Que vuestras suavidades son de arr… ¿No imitaréis al terenciano Lope,
Éntrase el mar por un arroyo breve Que a recibillo con sediento paso De su roca natal se precipita, Y mucha sal no sólo en poco vaso, Mas en su ruina bebe,
Al sol peinaba Clori sus cabellos Con peine de marfil, con mano bell… Mas no se parecía el peine en ella Como se obscurecía el sol en ellos… Cogió sus lazos de oro, y al cogel…
Por tu vida, Lopillo, que me borr… Las diez y nueve torres del escudo… Porque, aunque todas son de viento… Que tengas viento para tantas torr… ¡Válgame los de Arcadia! ¿No te c…
De mi sastre en el hurtar la mano es tan singular, que si cae la tela en ella cuando la empieza a doblar, ya puedo doblar por ella.