(1580)
#EscritoresEspañoles #Letrillas #Romances (78) LXXVIII
Diez años vivió Belerma Con el corazón difunto Que le dejó en testamento Aquel francés boquirrubio. Contenta vivió con él,
Poco después que su cristal dilata… Orla el Dauro los márgenes de un… Cuyas plantas Genil besa devoto, Genil, que de las nieves se desata… Sus corrientes por él cada cual tr…
En dos lucientes estrellas, Y estrellas de rayos negros, Dividido he visto el Sol En breve espacio de cielo. El luciente oficio hacen
Mientras Corinto, en lágrimas des… La sangre de su pecho vierte en va… Vende Lice a un decrépito indïano Por cient escudos la mitad del lec… ¿Quién, pues, se maravilla deste h…
Máquina funeral, que desta vida nos decís la mudanza, estando qued… pira, no de aromática arboleda, si a más gloriosa Fénix construida… bajel en cuya gabia esclarecida
Llegué a Valladolid; registré lue… Desde el bonete al clavo de la mul… Guardo el registro, que será mi bu… Contra el cuidado del señor don D… Busqué la Corte en él, y yo estoy…
Allá darás, rayo, En cas de Tamayo. De hospedar a gente extraña, O Flamenca o Ginovés, Si el huésped overo es
Mátanme los celos de aquel andaluz: hágame, si muriere, la mortaja azul. Perdí la esperanza
En el caudaloso río Donde el muro de mi patria Se mira la gran corona Y el antiguo pie se lava, Desde su barca Alción
Verdes hermanas del audaz mozuelo Por quien orilla el Po dejastes p… En verdes ramas ya y en troncos gr… El delicado pie, el dorado pelo, Pues entre las rüinas de su vuelo
Lilio siempre real nascí en Medin… Del Cielo, con razón, pues nascí… Ceñí de un Duque excelso, aunque… De rayos más que flores frente din… Lo caduco esta urna peregrina,
XLI Los rayos le cuenta al Sol Con un peine de marfil La bella Jacinta un día Que por mi dicha la vi
Gallardas plantas, que con voz dol… Al osado Faetón llorastes vivas, Y ya sin invidiar palmas ni olivas… Muertas podéis ceñir cualquiera fr… Así del Sol estivo al rayo ardien…
Árbol de cuyos ramos fortunados Las nobles moras son quinas reales… Teñidas en la sangre de leales Capitanes, no amantes desdichados; En los campos del Tajo más dorado…
Un buhonero ha empleado En higas hoy su caudal, Y aunque no son de cristal, Todas las ha despachado; Para mí le he demandado,