Gonza Contrera

27 de diciembre

22 de mayo del 2020, hace casi 6 meses que me cambio la vida, fue en un auto blanco, un grand siena del 2018,  un 27 de diciembre, el día estaba soleado pero no había ese calor característico de diciembre, lo suficiente para andar en short, pero frío como para meterse al agua. Pase por tu casa y me pediste ir hasta la playa, se veía tu mirada distinta, yo era admirador y experto de las mismas, siempre tuviste varias.. enojada, triste, la de alegría, o las de amor, va, eso quise creer yo, pero está era distinta, era la de alguien que había tirado la toalla, era la primera vez que la veía, y era más fuerte y más fría que lo que alguna vez me imaginaba.
Recuerdo que tan solo eran 3 cuadras para llegar a la playa, fueron las más largas, no se escuchaba volar una mosca, el silencio era tan grande y pesado que se podía ver la incomodidad y lo que se acercaba, fue como verle solo una parte del cuerpo a alguien y ya saber quién es, no necesitaba la charla que se venía, pero no iba a perdermela por nada.
Estacione el auto sobre un medano mirando para el lado de la playa, no termino de apagar el motor que se escucha un “no puedo más”, recuerdo que no tuve ni tiempo de pensar, enseguida continuo con que no podía estar más conmigo, que ya no la hacía feliz, es normal que las parejas se dejen, no soy idiota, siempre pensé que podía pasar, pero la amaba y creía que ella a mí también, luego siguieron unas cuantas oraciones mas, la charla habrá durado 15 min o más, la verdad no lo sé, después de las primeras palabras ya no pude escuchar más nada, ya no estaba ahí, mi mente se había ido a esos recuerdos masoquistas que te invaden en esos momentos así, siempre tan masoquista ja, pero los sabios dicen que el dolor es estar vivo, bueno ahí fue donde vivi más, estaba pensando en sus sonrisas y en que no iban a ser más por mi, en nuestra piel, en los sueños que no fueron y en los mates que ya no voy a compartir, incluso añore tus celos que siempre sufri,
en algún momento volví y te mire, seguías hablando pero yo seguía sin oír, prendí el auto enojado y arranque para su casa, ella seguía intentando consolarme, diciendo que aún me amaba, y lo peor era que se sentía distinto a las otra veces que me lo había dicho, al igual que con la mirada, aveces el cuerpo no nos deja mentir. Recuerdo que se bajó del auto y me dio un beso, ese beso me hizo recordar al último beso real que tuvimos, les va a parecer raro, pero ese día que se lo di sabía que ese era el último de verdad, este otro fue como su te amo y su mirada, un tonto consuelo para alguien a quien le tenés lástima.
Me fui y la dejé, ahí ya nunca más seríamos nosotros uno con el otro, ella se perdió en la nada, que resulta que tenía nombre, apellido y un hijo, y yo quedé con mala música en el alma, el sol ya no brillaba y la luna ni me miraba, creo que un poco se  rieron de mi, no de los cuernos, ni del desamor, sino de mi inocencia infantil, podía haber caído en una trampa, no soy ni sere el primero en caer ante una sonrisa y una cola bonita, pero me perdí a mi en ella y ya no fui nunca más, paso el tiempo y tu cara seguía apareciendo en cualquier lugar y sin avisó, un poco con rencor de haberme lastimado, hasta que un día vi tu cara en la nada y lo entendí, no puedo cargar con esos sentimientos, no después de quererte con el alma, decidí perdonar, un perdón sin decírtelo, y ahí ya tu cara y tus recuerdos empezaron a ser más esporádicos y ya no era ese dolor que te dejaba vivo, ni ese odio que hervía mis entrañas, ahora ni siquiera había perdón, había un sentimiento de agradecimiento, el dolor, el rechazo, el que duermas en otros brazos, los besos que nunca fueron, las madrugadas en vela y las sustancias que iban entre pucho y chela, los intentos de apagar esas voces que me decían que te amaba, todas esas cosas fueron mi mejor maestro, me hiciste crecer más que nadie, es raro cuando empecé a escribir esto quería que entendieras que siempre me hizo falta que vinieras y reconocieran que me lastimaste, pero terminó dándote las gracias, gracias por dejarme ir, gracias por entender que no era para ti, gracias por haberme enseñado a quererme a mi antes que a ti, o a cualquiera, quizás nunca lo leas, pero gracias por liberarme y espero que seas feliz.




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