Me pregunto
¿Es acaso una sirena que escapó del frío del mar?
¿O será un ángel celestial que se cayó de una estrella fugaz?
¿Debo retornarla con un cálido abrazo a lo más profundo del océano?
¿O será necesario llevarla a una melodiosa nube hacia el sol más resplandeciente?
¿Es esto el despertar de un letargo eterno en un sueño de profecías?
¿O más bien la reencarnación de un alma errante en las penumbras del atardecer?
¿Será mejor, entonces, abrir los ojos lentamente y caminar hacia millones de luces azules?
O, de cierto modo, ¿espiar las apariencias solitarias para migrar a un cuerpo de júbilo?
¿Se perdió la ninfa entre los fuegos de artificio de alguna fiesta pagana?
¿O en realidad volvió la bienaventurada hazaña senda del rumbo perdido que nunca pudo pisar?
Siendo así,¿será indispensable devolverla hacia su luna llena en una noche de primavera?
¿O será preciso señalarle las baldosas flojas que concluyen en la esquina del infinito mar?
