1
Espíritu del caballo que sangra es lo que oigo ahora entre el galope
del automóvil y el relincho, pasado el puente
de los tablones amenazantes: agua, agua,
lúgubre agua
de nadie: las tres
en lo alto de la torre de ninguna iglesia, y abajo
el río que me llama: Lebu, Lebu
muerto de mi muerte;
niño, mi niño,
¿y esto
soy yo por último en la velocidad
equívoca de unas ruedas, madre, de una calle
más del mundo?
2
La pregunta es otra, la pregunta verde es otra
de los árboles, no este ruido
de cloaca hueca y capital, humo
de pulmones venenosos, la pregunta es cuándo,
la diastólica arteria, la urgentísima es cuándo y
cuándo, alazán
que sangras de mí, desprendido
del sonido
del límite
del Tiempo:
¿cuándo,
hueso flexible; cuándo, carbón
sudoroso, límpido
del minero padre?
Pétalos
del aroma pobre, ¿cuándo?
3
Parpadeante rito de semáforos aciagos para el sacrificio
mayor, uno piensa
líquidamente como la sangre,
rojamente piensa uno
lo poco que piensa, del trabajo al trabajo, de un aceite
a otro quemado, abre
la puerta instantánea,
huele
de lejos los jazmines.
4
La alambrada huele de la costa aullante, la oreja
de lejos, de la mutilación, es lo que oye uno,
la nieve
manchada que solloza, eso es lo que mira uno de tanta patria
diáfana, de tantas aves azules en el arcancielo
de Huidobro rey, de tanta cítara tensa
y libre como las cumbres y las olas, cuando Dios
moraba entre nosotros antes:
ésa es la pérdida de uno,
y el aire es una lágrima sobre Valparaíso.
5
Espíritu del caballo que sangra, ese uno soy yo
el adivino; ese yo es nadie:
la pregunta es otra contra los vidrios esta noche
en este cráter desde donde hablo
solo como loco,
la pregunta es quién para que Alguien
venga, si viene,
cambie, si cambia, para que de una vez
el viento…
6
Hambre es la fosa, hasta
la respiración es hambre, hasta
el amor es hambre:
nace uno
donde puede, a cada instante, encima del lomo
de cualquier cruce veloz, y pregunta;
7
por hambre pregunta uno, por volver
a volver, ¿a dónde?
Tierra
que vuelas en tu huso, ¿a dónde?,
perdición y traslación, ciega serpiente, hija
de las llamas, ¿a dónde?;
8
porque yendo—viniendo se aparta uno de todo,
se aparta a su pensamiento de hambre
como el silencio a su música
tras las alambradas, no puede más con su suerte;
como el cuchillo a su cuchillo se aparta,
9
y escribe, escribe con él, lo invisible escribe, lo que le dictan
los dioses
a punto de estallar escribe, la hermosura, la
figura de la Eternidad
en la tormenta.