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Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual! Un cielo gris, un horizonte eterno y andar... andar. Moviéndose a compás, como una estú…
Si de nuestros agravios en un libr… se escribiese la historia, y se borrase en nuestras almas cua… se borrase en sus hojas, te quiero tanto aún, dejó en mi pe…
Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas…
Cuando en la noche te envuelven las alas de tul del sueño y tus tendidas pestañas semejan arcos de ébano, por escuchar los latidos
Como guarda el avaro su tesoro, guardaba mi dolor; yo quería probar que hay algo eter… a la que eterno me juró su amor. Mas hoy le llamo en vano, y oiga a…
Por una mirada, un mundo; Por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡yo no sé qué te diera por un beso!
No dormía: vagaba en ese limbo en que cambian de forma los objeto… misteriosos espacios que separan la vigilia del sueño. Las ideas que en ronda silenciosa
En una cartera de dibujo, que conservo aún llena de ligeros apuntes, hechos durante algunas de mis excursiones semiartísticas a la ciudad de Toledo, hay escritas tres fechas. Los suceso...
La noche de difuntos me despertó, a no sé qué hora, el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. Intenté dormir...
¿Será verdad que cuando toca el su… con sus dedos de rosa nuestros ojo… de la cárcel que habita huye el es… en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las n…
¿Será verdad que, cuando toca el s… con sus dedos de rosa, nuestros oj… de la cárcel que habita huye el es… en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las n…
Los suspiros son aire y van al air… Las lágrimas son agua y van al mar… Dime, mujer: cuando el amor se olv… ¿sabes tú adónde va?
Hace algunos meses que, visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones dos o tres cuaderno...
Porque son, niña, tus ojos verdes como el mar, te quejas; verdes los tienen las náyades, verdes los tuvo Minerva, y verdes son las pupilas
Al ver mis horas de fiebre e insomnio lentas pasar, a la orilla de mi lecho, ¿quién se sentará? Cuando la trémula mano