Aceptando los diluvios.
Y acepto. Acepto la música triste, el vació de la oreja la acepta. Me visto de traje negro, uso zapatillas impermeables porque,
otro día más, lloverá y me resfriaré si hoy no uso medias, si hoy no uso zapatillas o música. Agradezco otro día más de vida,
de agua para saciar mi sed– como no mencionarla en soledad, la alejada del presente, también a ella le agradezco pero no me acepta la distancia.
Y mientras viajo en el colectivo (sabe Dios hasta dónde y hasta cuándo) pienso en aquel viejo poema de Pacheco:
Soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible en donde entraba
(y no lo hará jamas nunca dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura
Y duermo sabiendo
que este día no se repite pero es el mismo,
que esta lluvia no llovió antes pero lloverá y llueve;
que no me amaste porque no te ame cuando me amabas.
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