La vida literaria.
En el instante en el cual
la música cesó,
retirándose como Dios
como lo indescifrable hacia sí misma,
pude sentir lo triste, la falta de dirección.
Era el vacío persistente,
la nada incesante, y aquello devorado
gritando silenciosamente.
No pude recurrir a la imagen,
ella siempre me ha engañado;
tampoco al olor o al tacto
porque mi cuerpo tiene límites
y aromas desconocidos.
Yo era el mudo, el solitario.
Sólo faltaba decir silencio,
pedirlo a la nada,
para que ella respondiera
llenándose de vida y de música
sin eco.
Pero faltaban las palabras.
Piaciuto o affrontato da...
