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A la hermosura

Oda

Dulce hermosura, de los cielos hija,
don que los dioses a la tierra hicieron,
oye benigna de mi tierno labio
             cántico puro.
 
La grata risa de tu linda boca
es muy más dulce que la miel hiblea:
tu rostro tiñe con clavel y rosas
             cándido lirio.
 
Bien cual se mueve nacarada espuma
del manso mar en los cerúleos campos,
así los orbes del nevado seno
             leves agitas.
 
El universo cual deidad te adora;
el hombre duro a tu mirar se amansa,
y dicha juzga que sus ansias tiernas
             blanda recibas.
 
De mil amantes el clamor fogoso,
y los suspiros y gemir doliente,
del viento leve las fugaces alas
             rápidas llevan.
 
Y de tu frente al rededor volando
tus dulces gracias y poder publican:
clemencia piden; pero tú el oído
             bárbara niegas.
 
¿Por qué tu frente la dureza nubla?
¿El sentimiento la beldad afea?
No: vida, gracia y expresión divina
             préstala siempre.
 
yo vi también tu seductor semblante,
y apasionado su alabanza dije
en dulces himnos, que rompiendo el aire
             férvidos giran.
 
Mil y mil veces al tremendo carro
de amor me ataste, y con fatal perfidia
mil y mil veces derramar me hiciste
             mísero llanto.
 
Y maldiciendo tu letal hechizo,
su amor abjuro delirante y ciego;
Mas, ¡ay! en vano que tu bella imagen
             sígueme siempre.
 
Si al alto vuelvo la llorosa vista,
en la pureza del etéreo cielo
el bello azul de tus modestos ojos
             lánguido miro.
 
Si miro acaso en su veloz carrera
al astro bello que la luz produce,
el fuego miro que en tus grandes ojos
             mórbido brilla.
 
Es de la palma la gallarda copa
imagen viva de tu lindo talle;
y el juramento que el furor dictome
             fácil abjuro.
 
Lo abjuro fácil, y en amor ardiendo,
caigo a tus plantas, y perdón te pido,
y a suplicar y dirigirte votos
             tímido vuelvo.
 
¡Ay! de tus ojos el mirar sereno
y una sonrisa de tu boca pura,
son de mi pecho, que tu amor abrasa,
             único voto.
 
¡Dulce hermosura! mi rogar humilde
oye benigna, y con afable rostro
tantos amores y tan fiel cariño
             págame justa.

1820

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