¡Qué fácil es
escribir estas líneas
setenta años después...!
y mirar
desde el otro extremo
de la vida
el horror del ayer.
Pero qué difícil es
expresar en débiles versos
la mueca del hambre
que asomó en sus ojos,
y el precario vestido gris
que cubría sus huesos.
Asimilé ese dolor
en un sollozo,
y pregunté amargamente:
¿Porqué?
¿Porqué los golpes de Dios
hasta el alma vencida?
¿Porqué la hambruna silente
en sus ojos
que presagiaban la muerte?
Su soledad es la mía
aún en la distancia y el tiempo.
Su dolor me llega profundo y eterno
y el horror que consume su carne
en orfandad y en silencio.
Hoy quisiera haber sido
ave pasajera en su destino
y en mis sueños delirantes
voy saciando su sed
y su hambre.
Hoy quisiera haber pasado
por su áspero camino
y haberle ofrecido mi abrazo
para mitigar su martirio.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a una mujer que murió de hambre
en el ghetto de Varsovia.
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Julio 2,016