Si Maria hubiera sabido cuánto le amaba jamás se habría ido, porque el tan solo caminar le habría traido recuerdos conmigo.
Si supiera que noches se han muerto en mis manos, no me habría condenado a este constante esperar y no saber qué, a llorar y no saber porqué.
Hoy sé que más que negarme su amor me niega la oportunidad de ver al sol crecer, la esperanza de ver en sus ojos, al despertar, un precioso amanecer.
Sé que extrañará que le lea por las noches un libro, que termine en un beso el último verso del algún poema que un día tal vez nos hubiera unido; pero no, se llevó consigo la última página, o tal vez mi vida, no lo sé, tendré que decirle que me la devuelva, o mejor aún, los dos últimos años que vivo con su partida.
Vaya uno a saber si María quería irse o incluso si me quería, solo sé que si ella leyera esto hoy tendría todas menos una razón para irse.
Por favor díganle a Maria que el cuartito que fue testigo de tanto amor se encuentra vacío, que se cambió la cerradura al corazón y que ya no la necesito; podría decírselo yo, si tan solo María no se hubiera ido.