Chago se levanta temprano, Se asea, toma un baño, Almuerza algo rápido, Suspira un café amargo. Chago soporta el letargo,
Pides un favor, Pero no mi atención. Pides no señalar ardor, Pero pules lo exterior. Pides no hablarte de amor,
Se voltearon los relojes, El tiempo se esconde, Viejo bucle de flores. Hay fotografías no tomadas, Malas decisiones no realizadas,
Yace de una ventana, El último grito, Del extinto héroe. Ya sin ser fuerte, Se mantiene,
Se dice que en Burj khalifa, Se mide su altura, En el consumismo, De su altruismo. Gigantes dormidos,
Una copa de vino al infinito, Un último verso, Una nota al reverso, Del revés de sufrimiento. Una poesía en adoctrinamiento,
Entre la prosa y tú, Está la poesía, Que sale de día, Y se pierde de noche. Cantan los reproches,
Apenas y se asomaba, Por la única ventana, Que daba a la calle. Era un hombre amenazante, Para los vecinos un asaltante,
Presiento que moriré mañana, Que mi cuerpo agonizara, Mientras la rapiña reclama. Que sonará con gracia, El preludio de la traviata,
Tallare de flores tu tumba, Cuando te vayas, Cuando ya no estés, En mi fin de mes. O me critiques,
¿Sabes de aquella casa? La que tiene un candelabro, Que de la ventana muestra, Longevidad y retrato. Ahí donde vivía un licenciado,
Sostienes la mano, Apartas el tacto, Te satisfago. Como tú a mí, Inmóvil,
Samir cayó abatido, Frente a su casa, Una mañana sin ruido. Corría el mes de febrero, Las flores morían,
Cuando uno cae, A la tempestad. Te absorbes en tu sangre, Ruborizas el enjambre, Te esparces.
Como un cristal roto, Contra los labios, Un despintado marco, Un decibel de milagros. Una flor en terrenos vagos,