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Positividad tóxica

Me mudé a un sitio mas privado
y exclusivo solo para aquellos
que se dignan a entrar.
 
A ahondar;
en las profundidades de lo que,
a través de las redes,
puede proyectar
mi personalidad.
 
Los filtros colmaron
todo aquello que puedo manifestar:
si entra por lo ojos,
incluida mi escritura,
de positividad tóxica
puede enervar.
 
Llamenmé poet
pero de lavanda;
reconfortante en la superficialidad
pero químicamente tóxico,
aún más cuando no dispones
de la suficiente madurez
para saber que no todo lo violeta
tiene sabor a uva.
 
Y mi superyo mutó, caradura,
en forma de corazones y reacciones;
y dichas aprobaciones las suelo tener
cuando subo una foto fantasmal
con una frase motivacional.
 
Pero mirá si he puteado a Axel, el couching y a la Legrand.
¿Y con una foto canchera detrás?
Nada menos alejado que vestirte de “tu propio jefe”
¿verdad?
Como Rolón y Stamateas,
ejecutar la mala praxis bolacera
de olvidarte de tus convicciones,
aun latentes,
solo por querer endulzar y no proyectar:
Si te ven mal...
 
De la bosta crecen los cucumelos
y estos son los que te hacen viajar.
Y aún con el amparo de una generación emo,
me cuesta publicar
todo aquello que alberga en mi deep web;
el block de notas en el que
deposito mis frustraciones.
 
Aun cuando son los cimientos,
que construyo con la latencia de mis recuerdos;
como bloques de cemento
que ocupan espacio en mi memoria SD,
los que verdaderamente
me hacen crecer.

Otras obras de Ivanna Guiñazú...



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