Ocurre que me aburro
De leer una y otra vez
Los mismos poemas:
Te quiero y me muero,
—O me quiero y te muero,
Que viene a ser igual—.
Sucede que me hastía
Hasta mi arrebatada médula
Ver permutar iguales palabras
varadas en las arenas de un tiempo
que, como las golondrinas, no volverá.
Me aburro hasta los caireles
De poetas (,) ligones (,) de facebook,
De los falsos profetas del verbo,
De trileros de trillados recursos,
De los académicos low cost
Que sientan canon y cátedra
Sobre qué es o no poesía,
Mientras clavan sus versos puñales
En mi pupila azul.
Te quiero, me muero.
Pues muérete, hombre,
O encuentra quien te soporte,
Pero deja este soporte
A quien tiene qué decir,
A quienes aman sin mesura
Y sin ser china tortura,
O cambian el orden del orbe
Saltando las viejas vallas,
Sin más arma que el arte
De pensar, antes que hablar.