Imagino tu alma como a un cielo ataviado de nubes diáfanas,
como a un lienzo suave y extenso
que se adorna de estrellas blancas y oscilantes.
Imagino tu amor como a un ángel asesino
que habita en un reino recién imaginado.
Imagino tu cuerpo como a un continente cándido y virgen,
como a un desierto insaciable
que se bebé mis palabras y mis tristezas.
Imagino tu amor como a un bello asesino
que habita en un reino recién imaginado.
Imagino tu voz como a un huracán despiadado y sutil,
como a un suspiro marchito
que se pierde frágil en los confines de mi memoria.
Imagino tus ojos como a fieros ángeles
que se adornan de estrellas blancas y oscilantes.