#EscritoresMexicanos
Ramo del corazón, el que se hace sólo una vez. El que se da, sin ve… No sería bastante todo el abril de… para hacerlo de nuevo.
Si yo pudiera acariciarte, oh fina suavidad de esta música del viento… en las ramas mecidas de la encina.… ¡Oh, si tuviera tacto el pensamien… para palpar la redondez del mundo,
Cierra, punto final, única estrell… del firmamento claro todavía, la estrofa de silencio de este día en que tu voz, por tácita, descuel… Desde el alba lo azul te prometía,
¿Qué palabras dormidas en páginas de líricos compendios —o al contrario, veloces, de noche —azules, blancas—recorrie… los tubos de qué eléctricos letrer…
Naranjitas de China, naranjitas doradas que caían, maduras, al corral de mi casa de una casa vecina,
¡Espejo, calla! Y tú, que en el f… recuerdo el filo de la voz bisela, eco, responde sin palabra. Y vela porque en tu ausencia al menos est… Del mármol con que el ocio me enca…
Amada, en estos versos que te escr… quisiera que encontraras el color de este pálido cielo pensativo que estoy mirando, al recordar tu… Que sintieras que ya julio se acer…
Hasta qué parte de mí mismo tendré que ir para encontrar el secreto de tu belleza y la verdad de tu bondad? ¿Qué fuerza oscura y tumultuosa
Principia, pues, aquí, tu obra fut… Noche, y con lengua libre de falac… explícame la edad, el sol, la acac… el río, el viento, el musgo, la es… De los colores adjetivos cura
Todos, con el crepúsculo cercano piden fuego a mi lámpara y se van, y el viento de la puerta que entre… esparce las cenizas del hogar; tú que nada pediste y que no veo,
Era de noche tan rubia como de día morena. Cambiaba, a cada momento de color y de tristeza, y en jugar a los reflejos
¿Ni cuándo?... Sí, lo sé. Cuando… de la ceniza que en tu hogar remue… esa indulgencia inmune a la congoj… que, al fuego del dolor, pongo y a… Cuando, de la materia que me aloja
¿Cómo se rompió, de pronto, el puente que nos unía al deseo por un lado y por el otro a la dicha? ¿Y cómo?en la mitad del puente
La primavera de la aldea bajó esta tarde a la ciudad, con su cara de niña fea y su vestido de percal. Traía nidos en las manos
Amanecía tu voz tan perezosa, tan blanda, como si el día anterior hubiera llovido sobre tu alma...