Perenne
La lealtad que me consume, un lamento eterno de tu regreso.
En las madrugadas largas, donde seres sosegados duermen ajenos al infierno,
por que sus sueños no son perturbados por los fantasmas que nosotros alimentamos,
Sus ojos se cierran pacíficos, ignorantes del desvelo que nos consume
por lo que perdimos, nosotros, los mendigos.
La oscuridad me envuelve a media noche, susurrando 'silencio’ al dolor que late,
pero mi alma sigue clamando
Por que mi ser aulla con afán de que escuches sus clamos,
por si acaso decides voltear, regresar y acariciar su piel escamosa con tus manos que taladran como puñales de sombra
pero que al mismo tiempo abrazan y calientan como brasas.
Aulla, como si de esa forma tratase de no olvidarte,
de no olvidar el lugar donde tu cabello rozaba su piel,
tu rostro, su hogar,
como si dejar de llorar fuera una carta sin escribir
diciendo “ya no te extraño más”
y por eso aulla, amor, para que sepas que sigue aquí,
de perro fiel, a ti,
por si quieres voltear alguna vez, y seas testigo de como arranca su corazón del pecho,
desgarrando las fibras del alma, esa misma que sin ti es nada
y te lo ofrece en un altar de seda y lágrimas.
Este poema es propiedad intelectual de Janne Mendoza. Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción, distribución o modificación sin el permiso explícito del autor.
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