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ANTIPÁTICO POTINGUE

Joel Fortunato Reyes Pérez

ANTIPÁTICO POTINGUE
 
La lágrima terrible que me oxida;
está cayendo afuera de la vida,
y de ser flor, pienso, escapa, de lluvia y mariposa buena,
semejante a ese empeño de sembrar algo en su pecho:
donde los gatos lo mimaban,
y era tan infeliz, que no podía tejer la encrucijada.
 
¿Qué luz viene, que olor pinta, que ojo huele?
Donde purpúreas alas de cardenal se baten;
y libera la serpiente honesta.
Y la ternura viborea casta,
cuando muere en el delirio...
 
¡Hazla volver!.  De nuevo al edén futuro.
¡Que enceguece y que envilece!.
 
No, no puedo darte, a veces, la llovizna,
que trae aroma distraído sin aliento,
y emigra a los túneles de octubre,
que pisan otras tierras,
donde el verano ha de ser menos estéril.
 
Aunque dejé rodar al cuerpo y la llovizna,
algo dibujó vibrante, al quién sabe en qué recodo.
Después dormió intranquila,
tan gris como amarilla la enrojecida nieve,
un tiempo inexplicablemente larga.
 
No, no, la felicidad sino su anverso en verso.
Muchachas tiernas, maduras frutas,
en una límpida palmada sobre el hombro.
Porque no hay igual en las demás, sin más, ni menos,
 
es que te canto, te cuento, te tiento e intento,
que ascienda la canción buscando, puente y puerto,
bajo la tarde mujer de lejos ligera,
donde  se convence victorioso el olvido,
que desdice sus arranques, arengando,
inexcusablemente como niños
al desatar la enorme borrasca de la risa
y las dudas,
con tal de que alguien converse con ninguno.
 
¡Ves, por eso, esa vez es de pez!.
Y la madrugada impostora
con pisadas de geranio,
turistea en un pastel...
 
Y aunque quiera responderle,
se reirán  todos los espejos,
en el humo de sus reflejos
del cielo cuidado por la brisa.
 
Por eso busca el morir vivirse lento,
tan distinto como herida la memoria,
por la pena vulgar que nadie sabe.
Preferido o celebrado por...
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