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Las uñas de Moasil

 
Hacía diez años que nadie lo veía.
Que tenía el pelo largo, mucha barba, las uñas largas,
eran frases compartidas y aceptadas por todos.
“Se volvió loco y se encerró”,
decían los psiquiatras del sentido común.
Vivía a la vuelta de casa,
en una pieza atrás de una casa familiar.
También se rumoreaba que ni los parientes lo veían.
Le dejaban dos platos de comida diarios
que agarraba cuando nadie lo veía.
Era un buen carpintero.
Había hecho todos los bancos de la plaza central.
y nadie podía explicar por qué se había encerrado,
qué había pasado.
Hay personas que nunca van a entender por qué
alguien ya no quiere volver a verlos.
Diez años pueden bastar
para olvidar a una persona.
Y el sigue ahí,
en la eternidad de una pieza, una luz,
una bolsa de pan, y cigarrillos,
sin querer volver a ver
a todos los que se preguntan
“¿Por qué se encerró?”
mientras se cortan las uñas
y alguien los llama para comer.

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