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Carta de amor II

Y ya ves: yo estoy solo, murmurando tu nombre,
recordando los besos que te di y no te di,
y acaso tú, esta tarde, le sonreíste a un hombre
que ni siquiera se parece a mí.
 
O puede suceder, quién sabe cuándo,
que irás entre el gentío de una calle cualquiera,
y yo sé de qué modo se le quedan mirando
a una mujer bonita que pasa por la acera.
 
Sí, tal vez siento celos, celos tristes,
celos de no estar juntos, celos de no sé quién;
celos de por qué sales y de cómo te vistes,
que no quieren ser celos y son celos también.
 
Y de repente no te siento mía,
o estás como más lejos de repente,
y tengo la tristeza de una casa sombría
donde aún sopla el perfume de una mujer ausente.
 
Afuera está la tarde, con su gris infinito;
afuera está la lluvia, calladamente cruel,
y quisiera decirte cómo te necesito...
pero se me emborrona la tinta en el papel...
Preferido o celebrado por...
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