José Angel Buesa

La dama de la rosa

Los que la vieron luciendo aquella rosa
que era como el fragante coágulo de una llama,
no supieron decirme cuál era más hermosa:
sí la rosa o la dama.
 
Los que vieron la dama llevar la flor aquella
como un broche de fuego sobre su piel sedosa,
no supieron decirme cuál era más hermosa:
sí la dama o la rosa.
 
Cuando pasó la dama, fue un perfume su huella.
Nadie supo decirme si fue la flor, o ella,
la que dejo la noche perfumada.
 
Y yo, yo, que la tuve desnuda sobre el lecho,
yo, que corté la rosa para adornar su pecho,
tampoco dije nada.
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